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La Michoacana: Sabor a México en cada ciudad

Todos alguna vez hemos saboreado una paleta, un helado o agua fresca de estos establecimientos, pero ¿de dónde surgieron y por qué son tan famosas?



La historia de las paleterías es enigmática e interesante. Fue durante la década de los cuarenta que los habitantes de Tocumbo, municipio de Michoacán, comenzaron a producir paletas y helados a base de frutas frescas. La historia cuenta que Ignacio Alcázar, uno de los trabajadores del primer local paletero del pueblo, tomó parte del dinero de aquel comercio para emprender camino hacia la Ciudad de México para establecer su propia tienda de paletas. Tiempo después regresó para saldar su deuda. Los pobladores, que en ese entonces se contaban apenas en decenas, veían en la hazaña de Alcázar la puerta hacia un negocio esperanzador.



Monumento de Tocumbo en Morelia

Tres décadas después el 35% de las paleterías de la capital del país estaban en manos de familias tocumbenses, muchos de estos locales tenían nombres similares, como ‘La flor de Michoacán’, ‘La flor de Tocumbo’ o ‘La Michoacana’, siendo éste el más conocido y el más imitado. Esto provocó que ‘La Michoacana’ se caracterice por manejar un modelo de negocio que The Economist ha definido como un “un confeti de neverías independientes de propiedad familiar”, que no son una franquicia ni una corporación.



Hoy en día se pueden encontrar paleterías ‘La Michoacana’ en cada estado del país. La enorme expansión que el negocio tuvo es difícil de explicar, pues fue el resultado de décadas en donde parecía que estos negocios se reproducían en cada localidad de México. Su sabor, que utiliza ingredientes locales, así como la calidad y el precio económico en que se ofrecen, son algunos de los factores por los que estos refrescantes postres se mantienen en el corazón de las mexicanas y los mexicanos.

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