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Pensamientos de un Monumento Solitario


Cuando me pregunto la razón y el significado de mi existencia, es inevitable que no llegue a pensar que fue solamente una equivocación. Pero marcar mi despertar como un error no da la mejor impresión. Así que, dejaré al juicio del lector mi existencia; fue una coincidencia o fue porque estaba escrito.


Para mí, existir y nacer son dos cosas diferentes. Puede existir una idea y un sentimiento, pero ambos tardan en desenvolverse y en establecer raíces. Existí cuando la primera persona empezó a creer en la libertad y en la esperanza de un mejor camino. Fue como si hubiera pasado de un profundo sueño a uno ligero. Uno en donde no tienes control de la situación, pero puedes escuchar y sentir lo que está pasando a tu alrededor.


Cuando las personas escucharon su grito, miles se unieron a la causa y por lo tanto a la lucha. En ese momento, sentí una fuerza increíble dentro de mí. Por primera vez escuché los latidos de los creyentes, resonando como tambores advirtiendo el inicio de una guerra que busca un cambio. Su dolor, su deseo, su temor, su amor, se convirtió en el mío. Entendía lo que estaba pasando y compartía su motivo de lucha.


El dolor seguía presente en la memoria, pero cuando se reconoció a México como país independiente logré abrir los ojos sin temor y con libertad. Podía viajar al extremo del territorio y volver al centro en cuestión de segundos. Vi el resultado del esfuerzo y la fatiga de los años anteriores y falsamente creí que permanecería la paz y la tranquilidad.


Por mucho tiempo, se discutió la idea de crear un monumento de Hidalgo. Se realizaron varias convocatorias y concursos, cada uno con algo diferente pero siempre apegándose a lo contemporáneo. Después de varias postergaciones, se decidió que debía ser un monumento conmemorativo de la Independencia representado por una figura alegórica. Gracias a Maximiliano de Habsburgo y a Porfirio Diaz, el proyecto se empezó a desarrollar.


El emperador abrió el “Paseo de la Reforma” para conectar los extremos de la ciudad. Díaz se dedicó al embellecimiento, a la limpieza de éste y en su mandato logró finalizar el proyecto a pesar de las numerosas dificultades. En 1902, el monumento se empezaba a materializar. Las personas presenciaron la colocación de la primera piedra, se entonó el Himno Nacional y se escuchó el retumbe de veintiún cañonazos de honor. Esos, fueron los primeros latidos de mi corazón.


Para 1906 tuvieron que suspender la construcción debido al sobrepeso y al hundimiento de la estructura. Este obstáculo fue una muestra de la fortaleza que poseen las personas, la cual después se demostraría ante todo el mundo. Estuve presente por mucho tiempo, pero abrí los ojos en la ceremonia del 16 de septiembre de 1910. Se dio una lectura al acta de Independencia, se narró una poesía y finalmente, el presidente quitó la manta que tenía encima. Más de 900 niños cantaron el Himno Nacional y toda la tarde hubo desfiles y serenatas en los lugares públicos. Ese día sentí de nuevo el poder de la unión y bailé hasta más no poder. Nunca me había sentido tan viva.


En mi mano derecha, sostengo la corona de laurel, mientras que en la izquierda tengo una cadena rota. Debajo de mí están las estatuas de los héroes y guerrilleros, así como la representación de la Historia y de la Patria. La columna que me sostiene tiene ornamentación de laureles, anillos y medallones, una decoración refinada con elementos del arte clásico. El monumento es un manifiesto de paz que expresa la gratitud de la nación hacia los personajes de la Independencia.


Años después, se trasladaron los restos de los héroes y de otros insurgentes. Esta vez, no hubo celebración, las personas se reunieron para presenciar la marcha fúnebre en completo silencio, la cual finalizó con el saludo de honor de veintiún cañonazos. Los recibí con brazos y alas abiertos, ellos habían sido los creadores de mi existencia junto con miles de personas que lucharon y pelearon por la causa.


Después de abrazar a lo moderno, se decidió retomar los valores tradicionales y las raíces indígenas para recordar a las personas del México Antiguo. Se creó una lámpara votiva diseñada con elementos prehispánicos. Junto con el Himno Nacional, se colocó y se encendió. Sentí el calor de las personas recorriendo toda la estructura.


En la madrugada del 28 de julio de 1957, a las faldas del monumento el suelo empezó a sacudirse. El miedo se apoderó de mí y a la vez pensé que podía entablar un largo y tranquilo vuelo, dejando la estructura atrás. Pero lo único que logré fue caer en picada en cuestión de segundos. Tardé varios días en despertar y entender lo que había sucedido.


Desperté, vi mi cuerpo en pedazos sobre la glorieta. Mi intento de vuelo había sido un fracaso. Los edificios también se desplomaron y varias personas perdieron la vida. La ciudad había sufrido una pérdida, pero eso no les impidió tomar partes de mí. Se decidió que debían crear una nueva Victoria Alada y reemplazar a la pasada, reemplazarme a mí. Todos estos años podían desvanecerse y apagarme por siempre. Sabía que no podía hacer nada al respecto, esos meses vi cómo avanzaban los trabajos de restauración, vi cómo mis piezas fueron llevadas al Archivo Histórico de la Ciudad de México.


Fue reinaugurado el monumento el 16 de septiembre de 1858. Escuchaba la felicidad de las personas desde lejos y con tristeza por haber perdido mi lugar. Al finalizar la celebración, me acerqué volando hacia la figura, me paré junto a ella y la observé cuidadosamente. Era majestuosa, estaba situada en una posición tan vulnerable pero a la vez firme. Acaricié su mejilla, mientras escurrían lágrimas por la mía. Y sin pensarlo, la abracé.


Ella es un símbolo, un punto de reunión. Representa la fuerza, la independencia y el triunfo. Ella simboliza la victoria y la libertad, tanto la colectiva como la individual. Nos recuerda la esencia de los mexicanos, su alegría, su hospitalidad y sobretodo la resiliencia dentro de cada uno de los habitantes.


Cuando abrí los ojos, me encontré de nuevo en la cima de la columna. Entendí que yo solamente era la representación y mi existencia dependía de las personas. Lo que realmente importa son las acciones. De nuevo, tenía un hogar y desde esa noche, no volví a sentirme sola. Sin embargo, el porqué me reconocen como “El Ángel de la Independencia” y no como la Victoria Alada, sigue siendo un misterio.


Referencias:


Instituto Nacional de Antropología e Historia. (s.f.). Columna de la Independencia. https:// www.inah.gob.mx/images/infografias/20150210_columna_independencia.pdf

Redacción. (18 de diciembre de 2018). ¿Qué pasó ahí?… El Ángel de la Independencia.


Excelsior. https://www.excelsior.com.mx/comunidad/que-paso-ahi-el-angel-de-la independencia/918363


Gaxiola, M. (s.f.). Sobre el significado y la historia del Ángel de la Independencia. MX City. https://mxcity.mx/2015/12/significado-la-historia-del-angel-la-independencia/


Gerez, P. (9 de septiembre de 2020). El Ángel de la Independencia… en Berlín y en París. Travesías. https://travesiasdigital.com/mexico/angel-de-la-independencia-y-sus-hermanos-en paris-y-berlin


Sánchez, A. (1990). La Columna de la Independencia. Editorial Jilguero. http:// www.cenidiap.net/biblioteca/libros/La_Columna_de_la_Independencia.pdf


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